domingo, 27 de mayo de 2012

Feliz cumpleaños, avi!

82 años como 82 soles!!

Mi abuelo pertenece a esa generación extrañamente privilegiada, esa gente que ha visto y sufrido una guerra, que ha pasado hambre, que ha trabajado muy duro y desde muy temprana edad. Esa generación que tuvo que progresar a marchas forzadas cuando, al acabarse una dictadura idiotizante, todo empezaba a surgir, a cambiar, a avanzar: en pensamiento, en tecnología, en mejoras sociales. Se imponía una apertura de mente repentina porque, o te renovabas, o morías (como dice el dicho).

Él es un hombre que desde su sencillez nos ha enseñado mucho a todos. Sólo con recoger sus vivencias de la infancia tenemos suficiente para escribir un libro. Mi abuelo, con 6 años, se pierde en una estación de tren durante la Guerra Civil, pasando a ser acogido por un grupo de milicianos republicanos, sobreviviendo allí y rozándose peligrosamente con las bombas y la metralla (alguna marca en la pierna, algún agujero en el oído que aún se notan), encontrándose en un camino ya muy lejos de su zona con una prima de su madre que le reconoce aun sin saber que estaba desaparecido y le lleva a la frontera en su carreta, donde se reencuentra con su madre y hermanos para ir a parar a un campo de refugiados en Francia. Después, la vuelta a casa, a Talavera, al cabo del tiempo, ya que decidieron no irse a Rusia. Volver siendo hijo de un republicano fallecido en el frente y sin siquiera saber dónde está enterrado su padre. Una familia pobre y dependiente de la Beneficencia, buscando la manera de escaquearse de ir a misa per enterándose del color de las vestimentas del cura porque si no, cuando se lo pregunten, se queda sin comer. El año l'hambre, como dice él. Negándosele la comida, o casi, espavilándose por subsistir. Negándosele la oportunidad de ir al colegio porque había que comer, que trabajar para comer.

En el momento de casarse, con mi abuela, obvio, no pudo disfrutar ni de una casa propia, ni de intimidad. Mi abuela estaba al cargo de toda su familia, ya que su madre murió joven, dejando a 10 hermanos que fueron. Y mi abuela se quedó en casa, siendo la mayor, mujer, cuidando a su padre y sus hermanos varones y una hemana, la menor, que tenía 9 años. Tuvieron que renunciar a una vida solos, en pareja. Mi abuelo tuvo que "aguantar" a todos esos hombres viviendo con él.

Después de tener cuatro hijos, deciden emigrar, porque allí no hay pan para vivir. Llega primero mi abuelo, solo, a Mataró a trabajar en la obra. La mitad de los bloques de mi barrio han conocido la mano de mi abuelo. Meses de soledad y de mucho trabajo que valen la pena.

Al venirse todos, dejan atrás a toda la familia allí, sus hermanos, primos, su madre. Nueva vida, nada fácil, adaptarse es complicado. Pero todo empezó a mejorar.

Él, si le preguntas, se siente ya más de aqui que de allí. Ha pasado por una experiencia que le hace ver a cualquier inmigrante reconcociéndose a sí mismo. Hay mucha gente que ha olvidado esa etapa de su vida y no son capaces de aceptar a la nueva gente que viene.

Aprendió a escribir, aprendió catalán (chapurreado), aprendió que lo importante de la vida es estar con quien quieres y ser consecuente contigo mismo. Una persona pacífica pero que pone a la gente en su sitio cuando llegan al tope. Evita meterse en líos y discusiones, pero cuando lo ha hecho ha sido porque ya era inaguantable para él, y para zanjar los conflictos con la pura verdad. Porque no hay nada falso en él. Un hombre tozudo, silencioso, que al principio de conocerlo puede parecer demasiado hosco o serio pero luego se puede llegar a mostrar en todo su sentido del humor. Desde posar en gestos extravagantes hasta componer el hit familiar "una cucharita, para el cafelito.."

Vamos, que siempre se ha ido superando, un hombre fuerte, abierto y sobretodo sincero, transparente. Le ha encantado ejercer de abuelo jugando conmigo y sobretodo con sus dos nietos pequeños, siempre jugando al fútbol, acompañándolos a entrenar....

Mil anécdotas divertidas con él, situaciones casi absurdas... es su personalidad. Ejemplo: un día me lo encuentro y le acompaño a la farmacia del barrio. No había allí más que una señora que quería unas tiritas para una pupa del pie, una rozadura. Estuvo poniendo pegas a todos los tipos de tiritas que el farmacéutico le enseñaba. Mi abuelo zanjó el asunto con una frase lapidaria, vergonzante pero a la vez real y descriptiva: "esta tía es tonta!" (tengamos en cuenta que mi abuelo está bastante sordo, por tanto el tono de voz ya imagináis cómo era). Ella pagó, colorada como un tomate, el farmacéutico le cobró, colorado como un tomate. Y yo le di un codazo, colorada como un tomate. Respuesta: "a ver, es que es verdad, pa unas tiritas la que está liando, ni que fuera la Preysler!"

Ése es mi abuelo, 82 años bien aprovechados, como 82 soles!



3 comentarios:

  1. Gente sencilla y llana. Felicidades, a tu abuelo y a ti, en tu estreno bloguero.

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  2. Gràcies! Glòria, per cert, vaig voler escriure un comentari en el teu post de la fira i era impossible! els codis que havia d'escriure, tot i fer-ho bé, no em deixaven. El vaig escriure tres cops! sniffff

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